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Gastroenterología

Enfermedad de Crohn

Enfermedad de Crohn

La enfermedad de Crohn o mal de Crohn es una enfermedad inflamatoria, que puede comprometer cualquier segmento del tubo digestivo, desde la boca al ano, siendo los sitios más frecuentes el íleon distal (parte final del intestino delgado) y el colon.

Es por esto que los síntomas que presenta pueden ser múltiples y difíciles de diferenciar de otras patologías. Entre ellos, destacan:

  • Dolor abdominal recurrente.
  • Diarrea.
  • Fiebre.
  • Fístulas y abscesos (especialmente perianales).
  • Masas abdominales palpables.

Es una enfermedad de curso crónico con periodos de crisis y remisión.

Por todo lo anterior, el diagnóstico es difícil y debe haber un alto índice de sospecha del equipo tratante, utilizando en forma adecuada las técnicas y métodos diagnósticos modernos con que contamos actualmente:

  • Endoscopía alta y colonoscopía con ileoscopía, con toma de biopsias de las zonas comprometidas, que permiten el diagnóstico en la mayoría de los casos. La enteroscopía con doble balón o cápsula endoscópica se usa para casos en que se sospecha compromiso del intestino delgado.
  • Radiología, clásicamente para el tránsito intestinal y el enema baritado, actualmente reemplazados en la mayoría de los casos por la enteroclisis por tomografía computada (TAC) o resonancia, para evaluar pelvis y fistulas perianales.
  • Exámenes sanguíneos bioquímicos generales, que permiten ver el grado y severidad de la inflamación, presencia de complicaciones (anemia, desnutrición y déficit vitamínicos, entre otros) y el compromiso de otros órganos.

El tratamiento es crónico, o sea de por vida, pero se gradúa conforme a la gravedad y ubicación de la enfermedad.

Es habitual el uso de fármacos con potente acción anti inflamatoria en las crisis, como los corticoesteroides (orales, intravenosos o de uso tópico), inmunosupresores y nuevas terapias biológicas, así como el uso de inmunomoduladores que ayudan a mantener al paciente sin crisis por periodos más prolongados. La cirugía sólo se utiliza para manejo de complicaciones muy puntuales.

Un adecuado diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, ligado a una relación médico paciente de confianza, permiten a la mayoría de los pacientes llevar una vida prácticamente normal.