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Dormir fuera de casa

¿ Es la edad correcta? ¿Y si echa de menos? ¿Cuáles son los riesgos? Aquí algunas directrices que le ayudarán en la decisión.


Nunca tuve problemas con que la Camila invitara a sus amigas a jugar o que fuera a la casa de ellas. Sin embargo, cuando me pidió permiso para ir a dormir fuera, no supe qué decirle. Me parecía que iba a echar de menos y tendríamos que ir a buscarla en la mitad de la noche. Además, me daba terror pensar que le podía pasar algo malo estando en otra casa. Me costó mucho tiempo decirle que sí. Hoy en día, sólo la dejo ir donde yo estoy segura de que la van a cuidar y cuando conozco perfectamente a los papás y la familia”, comenta María Pía, mamá de Camila, hoy de 13 años.

Según la sicóloga infantil de CLC, Vania Skoknic, esta sensación de incertidumbre y cierto temor, es muy frecuente en los padres que deben responder ante un hijo que pide permiso para ir a alojar en otra casa. “Es fundamental tener presente consideraciones como que un niño independiente y capaz de establecer relaciones de amistad estables y de confianza, está preparado para dormir fuera de casa. Esto normalmente se alcanza alrededor de los 8 o 9 años”.


¿Cómo saber si es o no un niño preparado?


Algunas características que permiten dilucidar esta aprensión es evaluar su nivel de INDEPENDENCIA. Por ejemplo, su grado de autonomía; su capacidad para tomar decisiones en cuestiones menores pero que le afectan, como qué tipo de ropa usar; su capacidad para señalar en forma razonable su desacuerdo con situaciones que puedan afectarle negativamente; cierta actitud para prever consecuencias poco felices de sus actos y otras conductas similares. “Por el contrario, si se estima que el niño es ansioso o algo temeroso y que le resulta difícil permanecer alejado de sus padres por un tiempo prolongado, es altamente probable que aún no esté preparado”.


Transmitir Confianza


A juicio de la psicóloga Skoknic, suele ocurrir que las primeras veces que el niño se va a dormir a la casa de un amigo, los padres también se sienten algo inquietos. Sin embargo, no conviene transmitir esta ansiedad; por el contrario, es el momento de darle indicaciones y transmitirle confianza.

“Cabe señalar que no resulta conveniente que la invitación se prolongue por más de una noche. Idealmente se debe ir a buscar en la mañana del día siguiente y a una hora prudente. El éxito de las primeras oportunidades puede contribuir a que el menor incremente la confianza en sí mismo y con ello, su capacidad para resolver situaciones nuevas. También puede favorecer el desarrollo de su autoestima y enriquecer su proceso de socialización”, concluye.


Antes del permiso


  • Comprobar la veracidad de la invitación con los otros padres. Puede ocurrir que los niños en su entusiasmo no hayan pedido permiso.
  • Pregúntele a su hijo cuán cómodo o en confi anza se siente en compañía de los padres de su amigo.
  • Asegúrese que los padres del amigo de su hijo se quedarán en casa la noche en que el niño se queda a dormir. Este punto puede ser decisorio.
  • Si hubiese hermanos mayores, resultará de interés saber cómo es la interacción con ellos, su grado de conocimiento y la diferencia de edad.
  • Si persisten las dudas sobre la capacidad del niño para enfrentar esta nueva situación, puede ser preferible para su tranquilidad revertir la invitación y que la primera ocasión transcurra en su propia casa.

“Es importante que los padres le digan al niño que si se siente mal, extraña o se arrepiente de dormir fuera, se lo comunique a los padres de su amigo para ir a buscarlo enseguida; sin reproches ni críticas”.


Con la colaboración de Psicología CLC. Vania Skoknic.


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