En niños y adultos: Sí a las vacunas

Han sido uno de los avances más importantes en el campo de la salud, pese a que en la actualidad algunas organizaciones intentan deslegitimar sus beneficios y atribuirles una serie de efectos negativos. ¿Cuánto hay de cierto y cuánto de mito?

Un niño que no recibe vacunas está expuesto a más infecciones, más complicaciones y, por ende, a más mortalidad”. Así de categórica es la postura del doctor Juan Pablo Torres, pediatra infectólogo de CLC. Es que la inmunización con vacunas, según sostiene, ha sido la medida de salud pública más eficaz en la historia de la medicina, al haber erradicado algunas enfermedades del planeta (como la viruela) y logrado que otras estén en franca vía de eliminación como el sarampión, la poliomielitis y la rubéola congénita, entre otras.

¿Por qué, entonces, algunos organismos internacionales han comenzado una verdadera “cruzada” en contra de las vacunas, achacándoles efectos negativos tan graves como parálisis o enfermedades neurológicas como el autismo?

“La verdad es que hay mucha información sin base científica dando vueltas, sin la evidencia que uno esperaría respecto a afirmaciones médicas válidas”, advierte el especialista. “Para que una vacuna llegue a comercializarse y administrarse en la población debe pasar por un largo y minucioso estudio, donde se haya podido comprobar su respuesta protectora, seguridad y eficacia, con una serie de fases de prueba que en definitiva permitan corroborar que no produce efectos. De lo contrario sería impensable que llegara al mercado”.

El temido mercurio

El supuesto nexo entre el autismo y la inoculación de vacunas comenzó con una publicación hecha en 1998 por el doctor Andrew Wakefield, donde culpaba al mercurio presente en estas preparaciones (y específicamente un derivado, el timerosal). Algo que finalmente nunca pudo ser probado en forma fehaciente y que obligó a la prestigiosa revista médica The Lancet a retractarse de este artículo.

De todas formas, y por seguridad, la mayoría de las vacunas que hoy se comercializan no contienen mercurio y solo pueden existir trazas del compuesto, debido al proceso de manufactura.

“No hay que confundir una relación de asociación con una relación de causalidad. Por ejemplo, yo podría hacer un análisis de los efectos adversos de las vacunas que se administraron en una población deter minada y el aumento en la venta de autos en un país, en un mismo período, y podría encontrar una asociación matemática que fuera, incluso, significativa. Pero otra cosa muy distinta es asegurar que una es causa de otra”, asegura el doctor Torres.

En ese sentido, el infectólogo sostiene que es entendible que algunos padres, frente a un diagnóstico tan devastador como el de autismo, intenten encontrar una razón que explique el porqué, y de ahí que muchos de ellos hayan hecho eco de esos postulados. “Es importante seguir investigando las causas del autismo y avanzar en los conocimientos de la enfermedad; sin embargo, respecto a la asociación con vacunas, no hay datos certeros”.

MITOS Y VERDADES EN TORNO A LAS VACUNAS

Pero el eventual efecto contraproducente del mercurio no es el único tema polémico que ronda a las vacunas. Que las enfermedades de las que protegen ya casi no existen (por lo que la probabilidad de contagiarse sería muy remota); que los niños vacunados igual pueden llegar a enfermarse, y que constituyen solamente un buen negocio para las compañías farmacéuticas, forman parte también de las premisas que defienden los movimientos anti-vacunas. Por ello, junto al doctor Torres analizamos a continuación algunos de los mitos más habituales.

MITO

“Ya no vacuno a mis niños porque basta que les ponga una vacuna para que se enfermen”.
Falso: Sucede que algunas vacunas producen reacciones como fiebre, inflamación en el sitio de la punción o sarpullido. Estas se encuentran dentro de lo esperable y si bien no son necesariamente agradables para los padres (y menos para los niños), son menos perjudiciales que exponer al niño a una potencial enfermedad prevenible y de peor pronóstico.

MITO

“Las vacunas del sistema privado son mejores que las vacunas del estado”.
Falso: Las vacunas del Plan Nacional de Inmunizaciones (PNI) son de excelente calidad y son las mismas que se administran en forma gratuita en los vacunatorios privados. Existen algunas vacunas no incluidas en el PNI que están disponibles en los vacunatorios privados y también existen vacunas similares a las del PNI pero que producen menos molestias. En términos de protección contra la enfermedad son igualmente efectivas que las de acceso universal para la población.

MITO

“Yo no me vacuno. Eso es para niños y adultos mayores”.
Existe la creencia de que las vacunas son solo para los niños y población de riesgo. Sin embargo, ello implica que muchas veces una enfermedad se propague principalmente a través de los adultos y niños mayores, que actúan como vectores de la enfermedad.

MITO

“Los niños igual se pueden enfermar aunque estén vacunados”.
Las vacunas protegen en general con una eficacia de 75 a 99%, por lo que existe un riesgo muy bajo de enfermarse habiendo recibido la inmunización. Si una persona está vacunada y se enferma, el cuadro no será tan grave y se evitarán complicaciones mayores. La varicela, por ejemplo, puede causar encefalitis y la polio, parálisis permanente; todas complicaciones que pueden prevenirse con las vacunas.

MITO

“Si estoy embarazada y me vacuno puedo hacerle daño a la guagua”.
Es importante consultar con su médico antes de recibir una vacuna si hay embarazo. Si bien no todas son seguras durante el embarazo, aquellas en las que sí está comprobada su seguridad, como la de la influenza estacional, deben ser administradas a todas las embarazadas, después de las 12 semanas de gestación. Los anticuerpos que genera la madre gracias a las vacunas son transmitidos al bebé a través de la placenta, lo cual lo protege de enfermedades durante los primeros meses de vida.

Ya en la casa:

  • Agende las próximas fechas de vacunación.
  • Observe a su hijo durante los 2 o 3 días siguientes a la vacunación por posibles efectos adversos.
  • Recuerde que puede recibir su baño habitual y realizar cualquier actividad luego de vacunarse.
  • Tenga presente que las vacunas pueden causar fiebre y enrojecimiento o hinchazón en la zona de aplicación. Estos efectos ceden espontáneamente y se tratan con un antipirético habitual, junto con paños fríos y húmedos sobre la zona de aplicación, de acuerdo a las instrucciones de su pediatra.

Antes de la vacunación:

  • Infórmese con su pediatra del tipo de vacuna que recibirá su hijo y consulte todas sus dudas al respecto. Lea la información que le brindan en los vacunatorios
  • Recuerde llevar el carné de vacunación.
  • No le mienta a su hijo respecto del dolor que pueda llegar a sentir.
  • Explíquele la importancia y beneficios de vacunarse.
  • Por regla general, las vacunas pueden aplicarse si su hijo está resfriado, siempre y cuando no tenga una infección severa.
  • Controle que la vacuna no esté vencida y que se utilice una jeringa nueva, abierta delante de usted.