Cáncer de próstata

El llamado es que a los 40 años todos los hombres tengan una primera evaluación de riesgo, considerando las características personales y antecedentes familiares.

Se trata del cáncer más frecuente en hombres y, pese a ello, no todos están conscientes del peligro que reviste ni de que su detección temprana depende en gran medida de asumir una rutina anual de cuidado, que incluya un rápido y simple chequeo prostático. “Pese a que se ha realizado una infinidad de estudios al respecto, hasta ahora no existe forma de prevenir el cáncer de próstata. Lo único que sirve es el diagnóstico precoz, ya que cuando está en etapas iniciales, confinado al órgano, es posible ofrecer alternativas de solución. No así cuando está en etapas más avanzadas, con metástasis, por ejemplo”, advierte el equipo de Urología de Clínica Las Condes.

Por eso, el llamado es que a los 40 años todos tengan una evaluación basal de riesgo, considerando las características personales y antecedentes familiares.

“Todos los hombres deberían tener a esa edad una primera aproximación y, en caso que esté todo bien, volver a examinarse a los 45. A partir de los 50 el screening debe seguir efectuándose en forma anual. Eso, en el caso de que no existan antecedentes familiares de cáncer a la próstata (padre, hermano), porque ahí el screening anual debe comenzar a los 45 años”.

Y si bien el cáncer de próstata es una enfermedad que en etapas iniciales no da síntomas, conviene saber que frente a determinadas molestias se debe consultar cuanto antes, ya que si bien podría tratarse de hiperplasia prostática benigna (crecimiento normal de la próstata), también podría ser el inicio de un carcinoma. ¿Cuáles son los signos de alerta? Necesidad de pujar o hacer fuerza para orinar; latencia o demora en la salida de orina, estando en disposición para orinar; chorro de orina débil; goteo de orina después de terminar de orinar; necesidad de ir más al baño, sobre todo en la noche; urgencia miccional, dificultad para aguantarse o escape de orina; orina con sangre, turbia o de mal olor.

¿Y si hay cáncer?

Luego de efectuados tanto el examen de antígeno prostático específico (APE), como el de tacto rectal, y ante la sospecha de cáncer, debe realizarse una biopsia de la próstata. Se trata de un procedimiento ambulatorio, que en la mayor parte de los casos se realiza con anestesia local, y que permite obtener muestras de tejido para ser analizadas microscópicamente y así confirmar o descartar la existencia de un cáncer.

De no demostrarse un tumor, el paciente debe continuar con sus controles de acuerdo a su condición individual.

En el caso de que sí exista tumor, existe la prostatectomía radical laparoscópica asistida por robot que se usa en casos de que las biopsias de la próstata hayan puesto en evidencia un tumor maligno (cáncer).

Para ello, el propósito de esta intervención es extirpar el tumor junto con la próstata y las vesículas seminales a través de pequeñas incisiones en el abdomen y facilitado por el uso de un robot.

La operación se desarrolla bajo anestesia general, y el abdomen es insuflado (laparoscopía) con gas para facilitar la disección.

En este momento se acopla el robot al paciente con la finalidad de comenzar el procedimiento. Aquí, la próstata es extirpada en su totalidad, junto con las vesículas seminales y, dependiendo de las características del tumor, los ganglios linfáticos regionales.

Cabe destacar que el objetivo de esta operación es eliminar o disminuir los síntomas derivados del Cáncer de Próstata y conseguir su curación a largo plazo.


Factores de riesgo

• Edad: en la mayor parte de los casos se diagnostica en hombres sobre 65 años. Sin embargo, alrededor de 7% puede ocurrir en menores de 60 años.

• Herencia: con antecedentes de padre o hermanos que hayan padecido este cáncer tienen al menos 5 veces más probabilidades de contraerlo.

• Dieta: algunos estudios lo relacionan con una alimentación alta en grasas, lo cual podría explicar la baja incidencia en países asiáticos, como China y Japón (donde la ingesta de grasas es baja).

Más del 80% de los cánceres que se detectan son localizados dentro de la próstata. En ese escenario, las posibilidades de quedar libre de cáncer, después del tratamiento, son más que considerables.

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