A pesar de los años de matrimonio, existen casos en que la mujer permanece virgen, incluso teniendo hijos. ¿Dolor o miedo? Para estos casos, Clínica Las Condes cuenta con un equipo de expertos en el tema.
Aunque parezca extraño en esta época, existen matrimonios que nunca tan tenido relaciones sexuales completas. “Hay mujeres casadas por más de 20 años que permanecen vírgenes, incluso teniendo hijos”, señalan los expertos de Clínica Las Condes
Los especialistas explican que se trata de un trastorno más recurrente de lo que se cree, lo que ha gatillado a la consulta de cientos de parejas. “En el ámbito íntimo, estas mujeres sienten una gran fobia a la penetración, por lo que contraen involuntariamente la musculatura de la vagina, lo cual vuelve doloroso o imposible el coito”, agregan.
Pese a la apertura de los últimos años, dentro de la pareja se trata como un tema oculto, por lo que -en promedio- tardan cerca de cuatro años en consultar a un profesional.
¿Cuál es el perfil?
Se trata de mujeres que muy tempranamente quisieron llegar vírgenes al matrimonio o no quisieron decepcionar a sus padres. Además, se proyectan como profesionales y fueron buenas niñas durante la adolescencia, por lo que un embarazo podría cambiar todo su estilo de vida.
“Generalmente corresponden a un grupo de profesionales muy autoexigentes, perfeccionistas, con una idea sobredimensionada de la virginidad. Hay un grupo de personas que quiere llegar virgen al matrimonio y si no, por lo menos no desean embarazarse ni tomar píldoras anticonceptivas”, dicen los especialistas.
En el caso de Chile, los expertos han tratado principalmente matrimonios no consumados por vaginismo, que es la contractura involuntaria de los músculos de la vagina y que impiden la penetración.
De esta forma, en el ámbito íntimo, las mujeres sienten una gran fobia a la penetración, por lo que contraen involuntariamente la musculatura de la vagina, lo cual vuelve doloroso o imposible el coito. “Esta fobia está muy ligada al dolor, a que nunca hayan explorado su vagina. Pienso que es un reflejo que condicionan desde muy temprano, entre los 8 y 12 años”, explican.
No es casual que estas mujeres se unan a hombres con un perfil bien identificable. “Son maridos bastante dóciles, que también valoran la virginidad y que se aterran tanto frente al dolor de la mujer que -incluso años después de casados- no insisten mucho en el tema”, añaden.
En la mayoría de los casos, son parejas unidas, cómplices y muy amigos. Permanecen afiatados en otras áreas del comportamiento humanos y ya no se habla del tema. Sin embargo, indican que, en muchos casos, “su gran complicidad viene del hecho de mantener este secreto vergonzosa y cuidadosamente compartido. No se lo cuentan a nadie, y cuando la gente les empieza a preguntar cuándo van a tener hijos, responden que se han hecho tratamientos de fertilidad que no funcionan o simplemente que no les interesa la paternidad”.
Esto lleva a que, muchas veces, pasen años antes de atreverse a pedir un apoyo especializado. “El promedio de los matrimonios consulta al cuarto año; algunos lo hacen en el primer año de casados y otros recién a los 20”, precisan.
¿Existe tratamiento?
El tratamiento comprende una metodología interdisciplinaria, que además de la terapia, incluye el apoyo de una kinesióloga, con el objetivo de enseñar a las pacientes a relajar esta musculatura y a descondicionar el reflejo de contracción vaginal, a través de distintos métodos.
Una vez iniciada la terapia, la inmensa mayoría de las parejas responde en forma positiva. “Después de lograr la penetración hay un antes y un después. Es una vivencia de un cambio interno, de pareja, extraordinario. Hasta la postura física de esas mujeres se modifica; antes se sentían los bichos más raros de la tierra y después se sienten estupendo, mucho más seguras. Hay una gran liberación y finalmente pueden disfrutar”, concluyen.