Fumar, beber o comer comida poco saludable pueden combatirse con la práctica de esta disciplina.
¿Por qué debería funcionar? La mayoría de los malos hábitos están tan arraigados que se convierten en una respuesta predeterminada. Así, cuando quiere un chocolate o un
cigarrillo, la persona no lo piensa, sólo reacciona.
Reducir la velocidad y el comportamiento compulsivo es el primer paso para eliminar el mal hábito y el yoga contribuye a hacer una pausa y pensar. Permite
profundizar la respiración y sincronizar sus movimientos con ella, lo que requiere
prestar atención a cómo se siente y cómo sus decisiones afectan a su cuerpo y actitud.
Requiere un compromiso: Si ha tratado de privarse de algo que disfruta, sabe que lo más probable es ceder y hacer trampa de vez en cuando. Al practicar yoga, las posturas desafían el equilibrio, por lo que uno puede ceder repetidamente y más que cumplir con la pose,
es importante el compromiso de volver a intentarla. Esto enseña a no desanimarse y
seguir hasta llegar a su objetivo.
Le da perspectiva: En las posturas de yoga hay que
esforzarse por avanzar hacia variaciones más desafiantes. Como principiante, se le da puntos de referencia claros y físicos para saber cuando está listo para pasar a la siguiente etapa.
Proporciona una comunidad de apoyo: El yoga reúne a personas de ideas afines que
voluntariamente deciden hacer algo saludable para sí mismos. Si se rodea de gente positiva y que desea que usted tenga éxito, se siente más fuerte y más capaz de asumir obstáculos.
Le hace responsable de sus objetivos: A pesar de que se practica en grupos, el yoga es una experiencia muy personal. Se le pedirá ser honesto y darse cuenta de su alineación antes de avanzar a otra pose.
No exige alcanzar a los demás.