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Adenomas Prostáticos

Adenomas Prostáticos

La Hiperplasia Prostática Benigna (HPB) o adenoma prostático, es un proceso normal, que le sucede a prácticamente todos los hombres a medida que van envejeciendo. Si bien este crecimiento no es malo, puede producir ciertas molestias asociadas, que se derivan de la repercusión obstructiva que ello genera a nivel de la uretra, conducto a través del cual sale la orina de la vejiga.

Entre los síntomas más habituales de la HPB están los relativos a la obstrucción misma: chorro de orina más fino y débil, menos fuerza en la micción, orinar más prolongado, y goteo al terminar. Por otra parte, producto de esa misma obstrucción que sufre la vejiga al tener dificultad para vaciar, ésta desarrolla un fenómeno irritativo que incide en un aumento de la frecuencia, urgencia en la micción y necesidad de levantarse en la noche a orinar.

Aunque existe una relación entre el tamaño de la HBP y la probabilidad de obstrucción, esto no necesariamente es una constante.

Tampoco los síntomas son siempre proporcionales al grado de crecimiento prostático. Frecuentemente se pueden ver próstatas enormes que no han desarrollado obstrucción, por lo que no hay razón para tratarlas. Otras veces, en cambio, próstatas más pequeñas resultan muy obstructivas y requieren tratamiento, lo que tiene relación con la forma en que ésta crece.

Cuando el crecimiento es más importante en la parte central denominada lóbulo medio, y que corresponde a alrededor del 15% de los casos, la hiperplasia es más obstructiva y sintomática. En definitiva, el criterio para tratar una HBP es según la obstrucción y los las molestias que ésta provoque, independientemente de su tamaño.

¿Cómo tratar la HPB?

El tratamiento a seguir depende, fundamentalmente, de la situación del paciente al momento del diagnóstico.

En los casos de obstrucción severa o casos de deterioro vesical avanzado es necesario ofrecer una solución rápida, efectiva e inmediata. En nuestro medio, donde el paciente tiene la posibilidad de chequearse periódicamente dentro de un concepto de medicina preventiva, se puede pesquisar este síndrome obstructivo en forma precoz y, en general, a todos se les ofrece una terapia médica en primer lugar.

La más utilizada es la que produce una relajación de la musculatura prostática. Sin embargo, ésta funciona sólo en un 75% de los casos y, en el 50% de estas respuestas favorables, la mejoría es transitoria ya que la próstata sigue creciendo y luego el mayor tamaño obstruye a pesar del relajante. Para evitar que la próstata siga creciendo, incluso disminuya de tamaño, existe otro medicamento que bloquea el estímulo de la testosterona sobre la HBP.

Si se desea una terapia médica más definitiva debe utilizarse ambos fármacos a permanencia. Los inconvenientes de la terapia asociada son el costo y el riesgo de efectos adversos. Por otra parte, en próstatas con lóbulo medio prominente, la terapia médica no funciona en forma óptima.

Cuando se ha decidido la terapia quirúrgica como tratamiento resolutivo, existen dos vías principales: cirugía abierta a través del bajo vientre, principalmente indicada para próstatas de gran volumen y cirugía transuretral a través del conducto. En nuestro medio, esta última es la que se utiliza en el 95% de los casos.

En el caso de la cirugía transuretral, la técnica más conocida y que se sigue haciendo con éxito hace más de 50 años, es la que realiza cortes eléctricos para resecar por láminas el tejido prostático que ha crecido y que está provocando la obstrucción.

No obstante, ésta no está exenta de riesgos, entre ellos, un sangramiento profuso que requiera transfusión o reoperaciones para su control y la posibilidad de que la sangre absorba el líquido de irrigación utilizado durante la cirugía (lo que puede producir hipertensión arterial severa e incluso un edema cerebral). Además, por dejar un lecho prostático más cruento, requiere 4 a 5 días de sonda uretral y de hospitalización post operatoria, agrega el Dr. Hinrichs.

El Láser Verde

Por ello, cuando a fines de los 90 el doctor Reza Malek, urólogo de Clínica Mayo, comenzó a probar el láser KTP de alta potencia, conocido también como Láser Verde, se produjo una verdadera revolución en cuanto al tratamiento de la HPB.

El Láser Verde ofrece una técnica desobstructiva transuretral, con un riesgo intraoperatorio muy menor, lo cual se traduce también en menor tiempo de uso de sonda uretral (se retira antes de 24 horas), hospitalización y convalecencia mucho menores (dentro de 24 horas), y una reincorporación más rápida a la vida cotidiana (dos a tres días).

La técnica de Láser Verde es un procedimiento mínimamente invasivo, que consiste en introducir una pequeña fibra a través de la uretra, mediante la cual se transmite una energía de láser de alta potencia que calienta selectivamente el tejido prostático, vaporizándolo. En forma simultánea a lo anterior, esta luz va coagulando los vasos sanguíneos, con lo cual se minimizan los riesgos de sangrado.

Esta técnica no provoca sangramiento, lo que elimina por completo el riesgo de transfusión, protege los tejidos anexos que uno quiere respetar, y, como usa un líquido de irrigación compatible con la sangre, no existen complicaciones derivadas de su absorción.

De esta forma, los resultados de esta revolucionaria técnica son muy alentadores y con escasos efectos secundarios. En este sentido, un 20% de los pacientes sufre algunas molestias después de la intervención, como aumento de la frecuencia y urgencia para ir al baño (síntomas irritativos), y un porcentaje muy bajo presenta sangramiento intermitente en el período de cicatrización. Sin embargo, en ambos casos se trata de molestias transitorias.

CLC fue pionera en la introducción de esta técnica en 2005. De hecho, fue el primer centro en incorporarla dentro del continente latinoamericano.