Enseñarle a los niños a comer bien y sano es fundamental. Si aprenden desde pequeños, sabrán cuidarse y evitarán enfermedades como la obesidad.
Qué rellenito… Mírale las piernas gordas, es para comérselo”. Estas expresiones definitivamente hay que borrarlas de nuestro vocabulario. Atrás quedó el clásico mito de que un niño gordito era un niño sano; muy por el contrario, hoy en día el sobrepeso y la obesidad son algunos de los temas más preocupantes de la sociedad moderna. Las cifras son alarmantes: en Chile, uno de cada cinco niños de primero básico (6 años) ya presenta alguna de estas condiciones.
Esto significa que el 20% de ellos ya tiene mayor predispoción a sufrir complicaciones futuras como colesterol alto, difi cultades cardíacas, problemas ortopédicos (dolor de espalda o de pies), baja autoestima y resistencia insulínica, entre otras. Para la nutrióloga infantil de CLC, Ximena Raimann, la mejor manera de erradicar esta tendencia es a través de la enseñanza de hábitos alimenticios a temprana edad.
“A partir de los dos años los niños son capaces de aprender e internalizar diversos hábitos, como el control de esfínteres o los hábitos de sueño. Se encuentran en una etapa en la que son muy receptivos y todo lo que se les enseña lo siguen implementando en el futuro. Por ende, es el momento preciso para enseñarles a comer bien”.
¿Que y cuanto?
A juicio de la especialista, los pequeños tienen que comer cuatro veces al día, al igual que un adulto (desayuno, almuerzo, once y comida), de forma ordenada (cada cuatro horas) y en pequeñas porciones (equivalente a una taza). Además recomienda introducir una pequeña porción de ensalada tanto en el almuerzo como la comida; dar los alimentos picados y no molidos, y eliminar la mamadera, ya que a partir de los dos años los niños deben aprender a tomar líquidos en vaso o taza.
“Idealmente, además se debiera manejar un menú de alimentos de diferentes sabores y texturas. Si rechazan alguno, es necesario intentar que lo prueben por lo menos diez veces en distintas ocasiones antes de perder la batalla.
Asimismo, se sugiere darles diariamente al desayuno y hora del té, lácteos bajos en grasa (500 cc) acompañados de cereales (media taza) o una pequeña porción de pan; frutas y verduras dos veces al día; proteínas variadas (huevo, carne, pollo, pescado, etc.) y legumbres una o dos veces a la semana. También es bueno acostumbrarlos a tomar agua cuando tienen sed (en vez de bebidas azucaradas) y, de vez en cuando, jugos naturales sin azúcar”.
En el caso de los alimentos ricos en grasas, azúcares y sal (dulces, gaseosas, comida rápida, etc.), estos tienen que reservarse para ocasiones especiales como cumpleaños o salidas en familia. No debieran estar en el menú diario de la casa.
Por último, la doctora señala que los padres pueden permitir ciertas “mañas” a sus hijos, especialmente con alimentos poco frecuentes o con “mal aspecto” como el caso del cochayuyo o las guatitas, pero no con aquellos nutritivos y de consumo habitual como el arroz, la carne y las frutas, entre otros.
La Famosa Colación
Según la doctora Raimann, la “colación” es totalmente innecesaria, porque un menor no necesita más que sus cuatro comidas diarias. Sólo se justifi ca si la jornada en el jardín o en el colegio es muy larga.
“Aparte delexceso de alimento, la colación a media mañana produce que tengan menos apetito a la hora de almuerzo y rechacen parte o la totalidad de la comida. Si el caso lo amerita y se debe enviar algún tipo de “snack” lo adecuado es una fruta, una pequeña porción de cereales o lácteos descremados. Estos no tienen que ir acompañados ni de bebidas ni de jugos, sólo de agua”.
Para tener en cuenta
- Los niños que rechazan los LáCTEOS pueden tener problemas de CALCIO.
- Los niños que rechazan las FRUTAS y VERDURAS pueden tener problemas de CONSTIPACIóN.
- Los niños que rechazan las CARNES pueden tener problemas de ANEMIA.
Con la colaboración de Pediatría CLC. Ximena Raimann.