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Tiempos de cambios

Niñitas que no se sacan el chaleco ni en pleno verano, estirones repentinos y una torpeza como si el cuerpo quedara grande son, sin duda, los primeros síntomas de la Pubertad.


Casi me muero el día que me metí al baño y me di cuenta que mi niño ya no era tan niñito”, comenta Andrea. “Cuando la Sofía me pidió que le comprara un sostén, tuve que respirar, mantener la calma y decirle con la mejor de mis sonrisas, ¡feliz! Fue un verdadero shock”, recuerda Angela. “No había niñita más dulce y amorosa. Pero, de repente, se convirtió en otra. Andaba enojona, como incómoda con la vida. Se encerraba en su pieza, ensimismada”, señala M. Inés.

Más de una vez hemos oído este tipo de comentarios. Y es que a todos nos cuesta darnos cuenta lo rápido que pasa el tiempo y cómo crecen los niños. “A pesar de que hoy en día hay más información y todo se habla de una manera más abierta, la pubertad todavía produce aprensiones. No sólo entre quienes la están viviendo, sino especialmente entre los padres”, señala la pediatra de CLC, Verónica Mericq, quien comenta que es uno de los grandes temas por los que se le consulta.

Desde un punto de vista biológico, la pubertad se inicia ahora más temprano que hace un siglo. En esta etapa, los niños y niñas pueden pasar por un período de torpeza en su comportamiento físico y en sus reacciones emocionales, ya que no han adquirido aún el control total de su nuevo organismo.

Algo tan común como la menstruación, genera muchas dudas. Y es que la mayoría de las veces el primer período se presenta con un flujo muy liviano de color café y no un flujo fuerte como se podría esperar. Por eso, es muy posible que pase desapercibido. Además, los primeros ciclos pueden ser irregulares, pudiendo aparecer cada 2 ó 3 meses.

Otro de los grandes temas es el crecimiento, en especial porque es una etapa en que se nota demasiado la diferencia de estatura entre niños de la misma edad. Y aquí la doctora es tajante: “Cada uno tiene su tiempo individual de crecimiento y desarrollo. Para evitar angustias hay que explicarles que aquellos que lo hacen más tarde suelen alcanzar al resto”. Algunas de las rutinas que ayudan a que los niños tengan un crecimiento y desarrollo normal son el incentivarles un adecuado número de horas de sueño; que sigan una dieta balanceada que incluya proteína, hidratos de carbono, grasas esenciales y las vitaminas y minerales para que alcancen el potencial de crecimiento pleno. Y por último, motivarlos a hacer deporte.

Con la colaboración del Departamento de Pediatría CLC. Verónica Mericq Guilá .


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