Ocasionadas en la mayor parte de los casos por una deshidratación de la mucosa nasal, el tratamiento depende del grado y recurrencia del sangrado.
La comúnmente denominada “sangre de narices” o epistaxis en términos médicos es un problema frecuente en los niños y generalmente no reviste mayores complicaciones. Pero para entender su origen, es importante saber que existe una clasifi cación que la divide en dos tipos: hemorragia nasal anterior y hemorragia nasal posterior.
“La mayor parte de los sangramientos nasales empiezan en la parte más baja y anterior del tabique, que es la pared semirígida que separa las dos fosas nasales. Este tabique contiene vasos sanguíneos que pueden romperse por un golpe en la nariz, la presencia de rinitis infecciosa local o pasarse a llevar la mucosa interna con el borde de la uña. Mucho menos habitual y de más cuidado son los sangramientos que comienzan en la parte posterior de la nariz, pero que por lo general no se ven en niños”, señala el doctor José Miguel Godoy, otorrinolaringólogo de CLC.
Los casos recurrentes donde no ha habido un golpe, suelen deberse a la presencia de un vaso sanguíneo más grande de lo normal, que ante la resequedad del aire se resquebraja y sangra. También es frecuente que las personas que tienen un tabique desviado sufran sangramientos ocasionales, ya que en ellos el aire no circula bien y se produce también mayor sequedad interna. “Cuando se trata de vasos más grandes, dentro de una anatomía normal, se puede recurrir a la cauterización con nitrato de plata; sin embargo, cuando hay vasos prominentes más importantes, se realiza una electrocauterización para que ese vasito desaparezca”, agrega el especialista.
Los sangrados recurrentes en niños se deben a que se pasan a llevar con los dedos las costras que están cicatrizando o se suenan demasiado fuerte. “Los tratamientos dependen de cuál es la causa de la hemorragia. Santiago es una ciudad muy seca, por lo que en algunos casos basta con restablecer las condiciones de humedad durante el día con una solución de suero fi siológico de aplicación nasal (se vende en farmacias). En otros, donde la desviación del tabique es importante, el ideal es arreglarlo; y si hay pólipos nasales, extraerlos. Lo que no es efectivo es administrar vitaminas a los niños pensando que puede tratarse de un problema de fragilidad capilar. Eso ya no se ve; lo que hay que buscar es la causa del sangramiento”, advierte el profesional.
¿Cómo proceder?
Debido al impacto que provoca en algunos menores, lo primero es calmar al niño. Luego, pedirle que se siente y ponga la cabeza hacia abajo, apoyando ambos codos en las piernas. “Si tiene una solución vasoconstrictora se puede mojar una mota de algodón e introducirla a la nariz en la parte blanda (alas nasales) y presionar con la cabeza abajo durante 10 a 15 minutos. Se procede de la misma forma con la mota de algodón seca. Si siguen cayendo algunas gotas, signifi ca que no se está ejerciendo la presión necesaria para parar el sangramiento”, explica el doctor Godoy.
Si luego de las medidas para detener la hemorragia la sangre deja de salir, es importante que los niños no se suenen de inmediato en forma fuerte, ya que con eso se corre el riesgo de que el coágulo se vuelva a salir y a sangrar. En caso de que pese a las maniobras anteriores la sangre siga saliendo y pasen más de 20 a 30 minutos, es necesario acudir a un centro asistencial.
Lo que no hay que hacer...
- No ponga a su hijo con la cabeza hacia atrás. Porque si la hemorragia es masiva podría tragarse la sangre e incluso ahogarse.
- No le ponga algodones con agua oxigenada. Si no tiene una solución descongestionante y vasoconstrictora, basta con una mota seca.
- No introduzca papel higiénico. Este se deshace y termina convirtiéndose en un cuerpo extraño dentro de la nariz.
- No poner paños fríos en la frente. No son útiles.
Con la colaboración del Departamento de Otorrinolaringología de CLC. José Miguel Godoy.