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Cáncer de tiroides: Nódulos en el cuello

14 de julio, 2016 Tratamiento y Recuperación
La presencia de un nódulo en el cuello suele ser la primera señal de cáncer de tiroides. Detectado a tiempo y con adecuado tratamiento tiene un favorable pronóstico.

El cáncer de tiroides es una enfermedad que durante las últimas tres décadas ha aumentado en Chile y en el mundo. De acuerdo a lo que explica el doctor Rodrigo Montes, cirujano de cabeza y cuello del Centro Clínico del Cáncer , una de cada dos mujeres de 50 años presenta un nódulo, y entre 5 y 10% de estos corresponden a un cáncer.

“Para saber si estos nódulos son malignos se considera una serie de factores: historia clínica del paciente, examen físico, estudio de imágenes e histología. Es entonces cuando uno puede determinar si se trata de un cáncer o es un caso sugerente de cáncer”.

Según advierte el especialista, los pacientes pueden llegar con síntomas, como la presencia de un nódulo de consistencia firme que crece rápidamente, cambios asociados como disfonía y/o la constatación de ganglios aumentados de tamaño junto con el nódulo, o bien, ser diagnosticados en forma incidental. “Lo habitual es que los pacientes consulten a un médico por una situación en particular y que, producto de ello, se realice una exploración al cuello donde se palpe el nódulo”, agrega el especialista.

Ahora bien, ¿dónde hay que dirigirse si uno presenta un nódulo en el cuello? A juicio del doctor Montes, lo importante es que el paciente se dirija a un centro como Clínica Las Condes, donde existe un equipo de profesionales especializados en cabeza y cuello, fundamental para el éxito del tratamiento y evitar complicaciones.

“Además del examen físico y el historial clínico, el paciente debe efectuarse una ecografía de tiroides. De esta forma, y según las características imagenológicas, se decide hacer o no una punción, para el posterior estudio histológico. Con el conjunto de variables se decide el paso a seguir: desde la mera observación clínica y ecografía al cabo de unos meses, a la repetición de la punción o directamente la cirugía. Lo importante es que la decisión que se tome sea individualizada según cada caso”.
 

Tipos de cáncer

 

  • Carcinoma Papilar: aproximadamente ocho de cada 10 cánceres de tiroides son carcinomas papilares. Por lo general, crecen muy lentamente y se dan sólo en un lóbulo de la glándula tiroides, pese a que algunas veces se presentan en ambos lóbulos y pueden propagarse a los ganglios linfáticos. Suelen tener un pronóstico favorable.
  • Carcinoma Folicular: es el segundo tipo más común de cáncer de tiroides, con alrededor de 10% de los casos. A diferencia del carcinoma papilar, los carcinomas foliculares por lo general no se propagan a los ganglios linfáticos, aunque algunos se pueden irradiar a otras partes del cuerpo, como los pulmones o los huesos. En la mayor parte de los casos tiene también un pronóstico favorable.
  • Carcinoma Anaplástico: es una forma poco común de cáncer de tiroides, representando alrededor de 2% de todos los casos. Es un cáncer agresivo que invade rápidamente el cuello, se propaga a menudo a otras partes del cuerpo y tiene un pronóstico reservado.
  • Carcinoma Medular: es un cáncer que se origina en las células parafoliculares que se encuentran en el tejido tiroideo. Son tumores neuroendocrinos que requieren un tratamiento quirúrgico agresivo. En 20% de los casos se asocian a otras enfermedades endocrinas y uno de los aspectos más relevantes es que en este último grupo la enfermedad se produce por una mutación genética conocida (proto oncogen RET). Su estudio es obligatorio ya que, de estar presente, está indicada la tiroidectomía profiláctica (sin enfermedad reconocible) en sus familiares, dado que 100% de los pacientes portadores de esta mutación desarrollarán un carcinoma medular de tiroides.
 

 

Tratamiento

 

 

Gracias a la presencia de un equipo multidisciplinario de especialistas bajo el alero del Centro Clínico del Cáncer, los pacientes reciben un tratamiento a su medida, lo cual favorece el pronóstico de cáncer y disminuye el riesgo de complicaciones asociadas.

Ante la presencia de cáncer o de una lesión altamente sospechosa, son tres los pasos a seguir:

  • Cirugía: Se realiza una tiroidectomía total, en la que se extraen los nódulos y se analizan en el mismo pabellón. Si se confirma que son cancerosos, se extirpa la totalidad de la glándula tiroidea y se analizan en el mismo pabellón. Si se confirma que son cancerosos se extirpa la totalidad de la glándula tiroidea y se analizan los ganglios de alrededor, que también se extirpan si están afectados. “Al estar la tiroides en una zona donde existen otras estructuras muy delicadas, es fundamental que sea un cirujano especialista de cabeza y cuello quien realice la tiroidectomía. De lo contrario, existen mayores riesgos de complicaciones, entre ellas, la parálisis permanente de las cuerdas vocales o el daño de la glándula paratiroides”.
  • Yodo radiactivo: Al contrario de otros tipos de cáncer, el de tiroides no requiere quimioterapia. En su lugar se utiliza un tratamiento con yodo radiactivo que es más rápido y menos agresivo para los pacientes, a la vez que muy efectivo (su objetivo es captar cualquier remanente de tejido tiroideo que haya quedado tras la cirugía, destruyéndolo y evitando que se forme un nuevo nódulo). Para administrar el yodo radiactivo, es necesario evitar que el alto índice de radioactividad con que queda el paciente, irradie a otras personas. Por ello, debe permanecer aislada durante tres días en una habitación especial y evitar el contacto físico con otras personas.
  • Medicamentos: Si bien se puede vivir sin tiroides, no se puede vivir sin las hormonas que esta produce. Por ello, tras la cirugía y su ablación con yodo radiactivo, es necesaria la administración de hormona sintética levotiroxina.
 

 

Otros problemas que afectan a la tiroides

 

 
  • Hipotiroidismo: falta de hormonas tiroideas circulantes, con síntomas como cansancio, fatiga, intolerancia al frío, piel seca, aumento de peso, caída de cabello, constipación, adema y aumento de colesterol. En los casos más severos se puede producir trastornos circulatorios graves.
  • Hipertiroidismo: exceso de hormona tiroidea en circulación. Provoca sudoración excesiva, palpitaciones (taquicardia y otras arritmias), cansancio, irritabilidad, baja de peso, diarrea, hipertensión arterial. Las arritmias pueden ocasionar trastornos tan graves como embolias.
  • Bocio: es un concepto general y se refiere al crecimiento de la tiroides. Incorpora tanto nódulos benignos como malignos y trastornos funcionales observados en el hipo o hipertiroidismo.
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