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Testimonio: “Nunca pronuncié la palabra cáncer para no darle una connotación negativa a mis hijas”

06 de diciembre, 2016 Tratamiento y Recuperación
Conoce la historia de Ximena Olmos y su diagnóstico de cáncer de mama.

Por Ximena Olmos, 47 años
 
Fue justo el día de año nuevo de este año cuando mi ginecólogo confirmó que el bulto que yo misma había palpado, semanas atrás, era un nódulo maligno.

Sentía molestias, algo dentro que me dolía y carcomía. Como soy de contextura delgada, fue fácil detectarlo. Mi marido también lo palpó. Como sano, hago mucho ejercicio, dejé de fumar. Nunca imaginé que podía tener cáncer, sobre todo porque en mi familia no hay ningún antecedente.
 
Cuando el doctor me llamó y me confirmó que era cáncer quedé congelada. Fue terrible. Le conté a mi marido y se quebró… yo me mantuve estoica pensando en cuál sería el próximo paso, planeando lo que debía hacer ahora.
 
No sabía nada sobre el cáncer de mama. Nadie de mi familia, amigas o conocidas había tenido la enfermedad. Tampoco quise buscar en internet. Hoy, mirando en retrospectiva, creo que esa actitud me favoreció porque no quería contaminarme con información, quería ir hacia adelante. Nunca dudé que iba a salir de este proceso, no pensé en un desenlace negativo ni a corto, ni largo plazo. Hablaba de tumor, no de cáncer. Por mis hijas, para no adjudicarle una connotación negativa a mi condición.
 
Fui transparente con mis hijas mellizas, de 9 años. A las dos las hice partícipe de mi enfermedad, con la verdad. Tras conversar con mi psicóloga, decidí que sería transparente. Ellas sabían que era grave, pero no fatal. Nunca lloré. Al empezar las quimio, las llevé a la clínica, les mostré la sala, remedios, mi catéter, las enfermeras. Les dije que se me caería el pelo y probablemente cejas y pestañas. Lo hicimos lúdico, fuimos a comprar pelucas, pañuelos de muchos colores, accesorios, eso fue entretenido para ellas. Me preocupé de combinar los pañuelos con mis tenidas para verme alegre.
 
En pleno período de quimioterapia les pregunté cómo creían ellas que me vería sin pelo. Sin pensarlo, Amalia y Emma tomaron sus barbies y las pelaron. Sin embargo, para Amalia hubo un momento complicado, pues no le expliqué que el tumor era un cáncer, hasta que ella lo vio en un ascensor de la clínica.
 
Siempre fui reservada y no hice pública mi enfermedad. En mi trabajo, donde estoy hace más de 15 años, avisé a su jefe y a los más cercanos. Nunca presenté una licencia médica, pero ahora era necesario y aprendí a vivirlo sin culpa.
 
Cuando terminó la sesión de quimioterapia número 16 celebré. En el mismo box hice un brindis con algunos de sus familiares, amigos más cercanos, enfermeras y médicos. Recién entonces publiqué mi situación en las redes sociales para que familiares y amigos fuera del país estuvieran tranquilos. Estaba feliz de haber terminado. Nunca me sentí mal con la quimioterapia. Quizás se debe a mi forma de enfrentar estas situaciones límites. Tuve un embarazo múltiple y pesar del riesgo, no tuve dificultades. Soy mucha cabeza… creo que el cuerpo esta vez me habló, en lugar de hablarle yo. Me dijo ¿sabes qué?, tienes que parar un poco. Me presentó esta alarma, lo escuché y lo tomé con calma.
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