Conoce más sobre este trastorno neurológico que se presenta principalmente en la infancia.
El síndrome de Gilles de la Tourette -conocido comúnmente como
síndrome de Tourette- es un trastorno neurológico, que afecta entre el 0,5 y 1% de la población. Esta condición se
manifiesta por lo general en la infancia o la adolescencia, antes de los 18 años.
En cuanto a su causa, a pesar de no ser del todo clara, los expertos señalan que puede ser una suma de factores, tanto
genéticos como ambientales que pueden incidir en el desarrollo de este trastorno, así lo explica el
Dr. Rafael Aránguiz, neurólogo de Clínica Las Condes: “Se produce por alteraciones en el desarrollo y la modulación de algunos circuitos neuronales que están vinculados principalmente a neurotransmisores, en primer lugar la
dopamina y también la
noradrenalina, que están involucrados en el
control inhibitorio, el
control de los movimientos y en las
funciones atencionales. También hay un componente de susceptibilidad genética y algunos genes que son relacionados al mayor riesgo de tener esta condición”. Además, otro factor que influye en su aparición es el sexo masculino, ya que los hombres tienen entre tres a cuatro veces mayor probabilidad de desarrollar este trastorno que las mujeres.
Síntomas
“Se caracteriza por inducir
movimientos involuntarios, llamados
tics que pueden ser de dos tipos: motores y vocales y también se asocian frecuentemente a trastornos de conducta tipo obsesivo-compulsivo y también a déficit atencional”, explica el Dr. Rafael Aranguiz.
En este sentido, el especialista indica que se pueden reconocer los siguientes:
Tics motores:
- Parpadeo de ojos.
- Sacudir la cabeza.
- Encoger los hombros.
- Retorcer la nariz.
- Hacer movimientos con la boca.
Tics vocales:
- Gritos.
- Coprolalia -expresión involuntaria de palabras obscenas o socialmente inapropiadas-.
- Aclararse la garganta.
- Tararear.
Diagnóstico: tener tics no es lo mismo que tener síndrome de Tourette
Para identificarlo, es fundamental consultar con el
neurólogo infantil, porque, aunque los tics mencionados anteriormente pueden ser característicos de este
síndrome, se deben diferenciar de otros trastornos, tales como
epilepsia,
mioclonías y
distonías -movimientos involuntarios del músculo-.
“Es importante hacer un
diagnóstico diferencial con otros
trastornos del movimiento que se pueden confundir también con
tics, ahí lo importante es hacer un diagnóstico por descarte ya que pueden ser similares al Tourette. Por ejemplo, existen movimientos involuntarios benignos que los tiene entre el 6 y 7% de la población en la infancia, que son transitorios y que no se acompañan de esta otra sintomatología mencionada anteriormente, por lo tanto, no requieren un tratamiento específico” agrega el Dr. Aránguiz.
Tratamiento
Hay dos líneas de tratamiento para el síndrome de Tourette, que pueden ser farmacológicas y no farmacológicas.
El
tratamiento no farmacológico debe ser la primera forma de abordaje de este trastorno, que abarca desde
terapias de tipo cognitivo conductual hasta
manejo del entorno, en donde el doctor señala que es importante
educar al profesorado y también al resto de los alumnos en el colegio y sala de clases, respecto a qué consiste esta enfermedad, con el objetivo de evitar estigmas y saber cómo reaccionar cuando incrementan los tics motores o trastornos conductuales.
Con respecto al
tratamiento farmacológico, dependiendo del caso, el neurólogo podrá indicar medicamentos qué actúen sobre
neurotransmisores como la
dopamina en el caso de los neurolépticos, u otros que actúen sobre noradrenalina. Además, se pudieran indicar fármacos para el manejo del
déficit atencional, así como también medicamentos inhibidores de la recaptación de la
serotonina para el control de conductas de tipo obsesivo