La enfermedad celiaca es una condición que ha modificado su espectro de presentación clínica los últimos 10 a 15 años. Se caracteriza por una inflamación crónica de la mucosa del intestino delgado por intolerancia al gluten, que resulta en atrofia vellositaria, malabsorción y síntomas clínicos que pueden manifestarse en la niñez y en el adulto.
De acuerdo a su presentación clínica, la enfermedad celíaca se puede clasificar en:
- Clásica.
- Silenciosa.
- Latente.
La forma clásica se caracteriza por manifestaciones clínicas e histológicas:
- La silente por la presencia de lesiones histológicas en ausencia de manifestaciones clínicas.
- Forma latente por la presencia de anticuerpos positivos en ausencia de lesiones intestinales y manifestaciones clínicas.
La mayoría de los pacientes presentan la forma silente, siendo ésta la causa principal del subdiagnóstico de la enfermedad.
Clínicamente, existe una gran variedad de síntomas, tanto digestivas como extradigestivas:
Esta variedad de manifestaciones clínicas se explica por la deficiencia nutricional dado por la mala absorción de los alimentos, producida por el daño de las vellosidades de la mucosa intestinal.
Las manifestaciones clínicas varían muchas veces de acuerdo a la edad del paciente. En la población infantil es más frecuente la presentación con diarrea crónica, esteatorrea, distensión abdominal recurrente, falta de apetito, vómitos, retraso en el crecimiento, malnutrición, laxitud e irritabilidad, pudiendo además cursar con anemia e hipoproteinemia.
En el niño mayor o adolescente puede incluso no haber síntomas digestivos, y se puede presentar como anemia ferropénica, constipación, dolor abdominal, retraso prepuberal, cefalea, irregularidad del tránsito intestinal. En la población adulta la presentación clínica también es muy diversa con manifestaciones como anemia, osteoporosis temprana, distensión abdominal y alteraciones del tránsito intestinal entre otras.