Más que contar las historias que llamen la atención, es necesario educar a la población.
Los
trastornos de la conducta alimentaria, como la
anorexia,
bulimia o el
trastorno por atracón están en los medios de comunicación, en general, cuando se cuenta la historia de una paciente en particular, lo que tiene un alto impacto y logra llegar a mucha gente por el lado emotivo, sin embargo, no siempre se puede llegar en profundidad a conocer de qué se tratan estas enfermedades y cómo enfrentarlas.
“A la gente le interesa mucho la anorexia o la bulimia, porque son muy llamativas, pero más que enseñarlas desde ese lugar hay que enseñar cómo
prevenirlas, cómo detectarlas, cómo ayudar”, dice la
psicóloga María Ignacia Burr, del Centro de Nutrición y Bariátrica de Clínica Las Condes.
Para la especialista experta en
trastornos alimentarios, el trabajo que han hecho algunos medios de comunicación ha sido muy positivo, centrándose en terminar la publicidad con mujeres muy delgadas y no
photoshopeando las imágenes.
“Todo eso va en la línea de poder ayudar a estas patologías. Hace una década todo lo que veíamos en los medios de comunicación eran imágenes de la mujer absolutamente idealizadas, probablemente muy poco reales o muy poco comunes. Lo que nos pasaba era que las pacientes estaban continuamente expuestas a imágenes que no eran reales, que estaban intervenidas”, dice.
Ese movimiento hacia imágenes más reales ayuda muchísimo, indica, como también las campañas para regularizar las tallas de ropa que, aunque suene raro, en pacientes con
trastornos de la conducta alimentaria es una gran ayuda, pues siempre están pensando en encajar en ellas, lo que es un problema cuando, dependiendo de la marca, tienen diferentes medidas.
“Nada de esto es determinante por sí solo, sino que es un conjunto de medidas, cada una va aportando su granito de arena. Creo que la sociedad tiene un rol súper importante”, indica la especialista.
Un factor que se ha sumado a las situaciones que causan incomodidad y pueden afectar el tratamiento, es el uso de redes sociales, sobre todo Instagram. “Las redes sociales tienen muchas cosas positivas, pero en nuestras pacientes muchas veces las redes sociales nos juegan en contra. Son las pacientes las que buscan información de modelos que promueven la
alimentación sana, pero lo hay que enseñarles es a leer esa información de forma juiciosa, no idealizar todo, porque probablemente parte de eso no es real”, dice.