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Ser crítico contigo mismo y los demás

27 de enero, 2017
Exceso de control y autocrítica puede generar angustia y estrés.

¿Eres autoexigente y crítico de ti mismo? ¿Tiendes a ser exigente y crítico con los demás? ¿Sueles controlar en exceso a los demás al punto de invadir su espacio y privacidad? ¿Te sientes más tranquilo cuando sabes qué está haciendo cada uno de tus seres queridos en cada momento del día? ¿Te cuesta adaptarte a situaciones imprevistas? ¿Sientes temores y ansiedad habitualmente?
 
Si contestaste afirmativamente a estas preguntas es probable que no tener el control sobre las personas o las situaciones te angustie al punto de pasarlo mal, generándote ansiedad, sensación de temor o rabia.
 
“La tendencia a controlar ciertos aspectos de nuestro entorno corresponde a una conducta propia de la naturaleza humana orientada a intentar procurarnos cierta sensación de certeza o mayor seguridad frente a lo incierto de la vida, pero en exceso puede generar y mantener problemas psicológicos como ansiedad, depresión, problemas relacionales”, explica Daniela Toro, psicóloga de Clínica Las Condes.
 
Es que las situaciones que no dependen de nosotros, la incertidumbre acerca del futuro, nos puedan resultar amenazantes, “entonces surge la alerta y los mecanismos de defensa se orientan a disminuir el miedo provocado por ese descontrol”, señala la especialista.
 
“Cuando intentamos persistentemente ejercer control sobre situaciones que en realidad escapan a nuestra posibilidad de incidir, entonces aparece sensación de malestar y pueden generarse estados de angustia, el estrés, los problemas de sueño, ira u otras reacciones.
 

Eliminar la ansiedad y frustración


Mientras más se ejercen conductas de control, más aumenta la ansiedad, frustración y sensación de inseguridad de la persona, formándose un círculo vicioso”, señala la psicóloga.
 
En el ámbito social, las personas que buscan tener el control establecen relaciones donde se requiere que las personas dependan de ella para así ejercer su necesidad de controlar. “Hay una inseguridad que se disfraza de lo contrario. Es así como se necesita hacer muchas preguntas a los otros como dónde estás, qué hiciste, a dónde irás. Se presenta una dificultad de dejar ser a los demás como realmente son. Se tiende a imponer las propias ideas a los demás y a veces se cae en conductas como escuchar conversaciones, espiar a otros o irrumpir en los espacios privados de los demás”, insiste Daniela Toro.
 
Si bien, tener temor es normal, deja de serlo cuando este temor está presente permanentemente y tratar de tener siempre el control, tampoco ayuda a vivir tranquilos.
 
“La idea es aprender a que la vida fluya con sus tiempos, que no se puede pretender controlar lo que no es susceptible de ser controlado. Dejar de estar en esa constante alerta porque lo inesperado siempre estará presente en nuestras vidas”, recalca la especialista.
 
En síntesis, no es malo prever o planificar algunas situaciones, pero sí es necesario discriminar lo que no es controlable y simplemente aceptarlo. Inténtalo, da un paso hacia adelante y aprende a confiar. Deja que las cosas sigan su curso sin estar constantemente bajo presión.
 
 
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