Crisis epilépticas en la población infantil

Las crisis epilépticas son un problema neurológico que afecta entre un 4-10% de los niños hasta los 16 años. Además, deben ser diferenciadas de otros desórdenes neurológicos de los niños y clasificadas según su tipo.

  Crisis Epiléptica Niños

Las crisis epilépticas o ataques son el desorden neurológico más frecuente en los niños y es uno de los eventos que producen mayor ansiedad en los padres.

Ocurren aproximadamente entre un 4-10% de los niños y son alrededor del 1% de las atenciones de urgencia pediátrica. Los niños bajo 3 años son los de mayor incidencia de crisis, sin embargo, va disminuyendo a medida que incrementa la edad.

Definiciones

Las crisis epilépticas no son un diagnóstico por sí mismas, si no el síntoma de un proceso que resulta de una descarga excesiva y/o hipersincrónica de las neuronas cerebrales, usualmente autolimitada.

El diagnóstico de epilepsia infantil es hecho luego de la ocurrencia de dos o más crisis, sin evidencia de factores gatillantes.

Un síndrome epiléptico es la conjunción de signos y síntomas generalmente dentro de un rango de edad en los niños, asociados a hallazgos específicos neurológicos y electroencefalográficos.

El estado epiléptico es una condición patológica caracterizada por crisis epilépticas recurrentes (generalizadas o focales) sin recuperación completa entre ellas, o actividad ictal continua eléctrica y/o clínica, por 30 minutos o más, con o sin alteración de conciencia, o por lo menos dos o más crisis entre las cuales no haya recuperación de conciencia.

Fisiopatología

Durante la crisis, se produce incremento del consumo de oxígeno y glucosa, y la producción de lactato y anhídrido carbónico. Si la ventilación se mantiene, el incremento del flujo sanguíneo es generalmente suficiente para compensar estos cambios.

En el caso de los niños, estas crisis pueden ser más largas que cinco minutos, especialmente si hablamos de crisis febriles. No es infrecuente que sean de mayor duración que el adulto, llegando hasta 10 minutos. Sin embargo, es similar a ellos en el sentido que mientras más larga la crisis, más difícil es de detener.

Durante una crisis, generalmente se produce actividad simpática, provocando taquicardia, hipertensión e hiperglicemia, sumado en algunos casos a la dificultad de algunos pacientes en mantener vía aérea permeable. Cuando esto último sucede, la ventilación inadecuada puede provocar hipoxia, hipercapnia y acidosis respiratoria.

Si la crisis continúa se corre el riesgo de acidosis láctica, rabdomiolisis, hipercalemia, hipertermia e hipoglicemia.

Crisis neonatales

El período neonatal, definido como los primeros 28 días de vida para un recién nacido de término (>38 semanas de gestación) y hasta 44 semanas de edad concepcional para un pretérmino, es el de mayor riesgo de presentar crisis epilépticas en toda la vida.

En ellos, se ha demostrado que sus crisis son difíciles de detectar y diferenciar de los movimientos normales del recién nacido.

Las crisis neonatales son variables en su forma, y a menudo se presentan como fenómenos fragmentarios, desorganizados o con patrones evolutivos inhabituales. Raramente se observa una crisis generalizada como se conoce en niños mayores.

Se presentan como fenómenos aislados o transitorios con recuperación del estado basal entre las crisis, o en el contexto de un neonato encefalopático, con alteración de conciencia y anormalidades en el examen neurológico.

La clasificación semiológica de uso habitual distingue cuatro categorías de crisis neonatales: clónicas, mioclónicas, tónicas y sutiles, cada una de ellas subdivisible en focal, multifocal o generalizada.

Extracto de “Crisis epilépticas en la población infantil” de la Dra. Francesca Solari.

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