¡Ojo con el volumen!

Estamos en la era de los equipos de sonido portátil pero nadie se refiere a los graves daños que producen en el sistema auditivo. Toma nota.


¿Sabías que pasar ocho horas al día escuchando música con fonos –aunque sea a bajo volumen– provoca un daño auditivo importante? ¿O que dos horas con música fuerte también causa graves problemas en la audición? ¿Y que los daños auditivos son irreversibles?

Para empezar, lo primero que debes tener claro para explicarles a tus hijos es que el volumen que emite un fono puede superar, con creces, los niveles máximos tolerados por el oído humano. Y que las variables a considerar para evitar el daño auditivo tienen relación tanto con la intensidad del volumen como con el tiempo de exposición.

“Cuando se produce daño en la audición, este es irreparable ya que hay muerte de las células ciliadas; las que preferentemente se dañan son las que captan los sonidos agudos y de esta forma surge el problema que tienen algunas personas para entender y no para oír: o sea, oyen pero no entienden lo que se les está diciendo. Lo grave es que, aunque se deje de usar fonos, no hay vuelta atrás. La pérdida de la audición por ruidos a volúmenes altos es una realidad”, señala el otorrinolaringólogo de Clínica Las Condes, doctor Ernesto Ried.

Zumbidos

Esos pitos o zumbidos en los oídos que se aprecian después de haber ido a una fiesta, a un concierto, a un evento ruidoso o de haber estado con fonos por mucho rato es una afección que se denomina tinnitus. Esta suele durar hasta que los oídos vuelven a adaptarse, poco a poco, a los niveles sonoros considerados como normales o, en otros casos cuando no se pasan, ponen de manifiesto una pérdida auditiva. “Si bien es entendible ir de vez en cuando a conciertos o poner a veces la radio a todo volumen, el experimentar tinnitus o tener que gritar para que los demás oigan, son signos claros de que se está en un entorno demasiado sonoro”.

Entre los adolescentes, uno de los grandes culpables del ruido son los reproductores de música. Según el especialista, se ha visto que cuando los jóvenes usan audífonos, la intensidad de salida del sonido es de 100 a 120 decibles, siendo que ya a los 80 decibeles comienza el daño auditivo. Otro punto importante y que no es un detalle menor, es el tipo de fonos que se utilizan.

Los fonos

“Los menos dañinos son los que tienen esponja y que se ponen sobre el oído. Luego están los intraauriculares, que se introducen un poco dentro del oído y, por último, y por ende los más dañinos, están los que se insertan. Con estos, el sonido se concentra en el tímpano y, definitivamente, debieran estar prohibidos. No hay duda que los mejores son aquellos que bloquean el ruido exterior, ya que permiten que el volumen necesario para escuchar la música sea menor”.

A lo anterior hay que sumar el efecto de videojuegos, televisores, el tráfico y algunas máquinas y aparatos eléctricos que acústicamente, también pueden crear ambientes excesivamente contaminados. No podemos desestimar que vivimos en un mundo excepcionalmente ruidoso y que, de hecho, muchos expertos creen que la audición se está perdiendo a edades más tempranas que hace tan solo treinta años. ¿Qué hacer? Tomar conciencia y aprender a cuidar y respetar nuestro sistema auditivo.

Cuándo consultar

  • Si el menor piensa que el resto de la gente no habla claro o si solo es capaz de oír parte de la conversación cuando los demás están hablando.
  • Si el niño suele pedir que se repita lo que se ha dicho.
  • Si los amigos y familiares le dicen que parece que no oye muy bien.
  • Si pone la música o la televisión demasiado fuerte.
  • Si no oye el timbre de la puerta o el teléfono.