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Verónica Vega: "La Unidad Psicooncológica es mi hogar, el alimento de mi alma y mente"

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Verónica Vega, gerente de hotel, fue diagnosticada de cáncer de mama. En su recuperación y tratamiento la Unidad Psicooncológica fue vital. Conoce su historia.
Hace 10 años que Verónica tuvo cáncer de mama. Desde entonces, nunca más se alejó del Centro Clínico del Cáncer. Actualmente, es una de las voluntarias que con su “delantal verde” visita a los pacientes que se encuentran en sus tratamientos de quimioterapia.

Para esta mujer positiva y entusiasta, la Unidad de Psicooncología  es su hogar, “amo estar aquí. Es el alimento de mi alma y mente. Pasar por un módulo y ver a las personas en su tratamiento, conversar con ellos, contarles tu experiencia y lograr una sonrisa, es el regalo más inmenso que puedes recibir”.

Para Verónica lo que está viviendo hoy no tiene precio, el equipo psicooncológico que está detrás son personas que “entregan el alma a los demás”.

Esta voluntaria se caracteriza por ser una mujer luchadora y perseverante. Nunca dejó de trabajar cuando se enteró de su enfermedad, guardó con recelo ese secreto tanto a su familia, entorno más cercano y laboral. Lo hizo por la sencilla razón de que nunca aceptó la enfermedad y estaba segura que iba a mejorar. “Para mí el cáncer fue una gran experiencia. Todo el equipo médico que hay detrás es fantástico, están preocupados de todo. Siempre con una sonrisa que transmiten el positivismo”.

Cuando Verónica se enteró del cáncer mamario en el 2005, fue por casualidad. Nadie de su familia ni grupo más cercano tampoco había pasado por esta situación. Fue una ida a la peluquería cuando su estilista le mencionó que se le estaba cayendo mucho el pelo, ante lo cual le recomendó ir a un endocrinólogo.

En ese tiempo, Verónica era gerente de un hotel en la cuarta región, por tanto sólo viajaba unos días a Santiago a hacer sus trámites personales. Fue dentro de esos días en que visitó al especialista e inmediatamente la derivó a un mastólogo de Clínica Las Condes. Ese día cuando se enteró de la gravedad de la enfermedad, Verónica salió caminando de la clínica  y cuenta que vio la puesta de sol más linda que ha visto. Desde aquel entonces, no se pierde ninguna. “Era una persona ignorante en el tema, no sabía absolutamente nada. Lo único que pensaba era en que tenía que estar bien en una semana para asistir a un congreso de hoteleros”.

Una vez operada, esta trabajólica mujer pensó que ya estaba lista y el cáncer lo habían erradicado por completo. Lo que no tenía en su mente era que el tratamiento continuaría con varias quimioterapias y radioterapias.

“Cuando me enteré que se me iba a caer el pelo, las cejas y las pestañas; partí a la peluquería y pedí que me hicieran 3 pelucas iguales porque no quería que nadie se diera cuenta ni se enteraran que estaba enferma, porque no quería que me tuvieran pena o me recordaran a cada rato de mi enfermedad, ya que para mí era una experiencia de vida”.

Verónica se levantaba a la 4 am y empezaba a maquillarse, a pintarse las cejas “una me quedaba media triste y la otra alegre, las borraba y me las volvía a hacer”, cuenta riéndose.

La Unidad Psicooncológica para esta voluntaria es “la familia, la vitamina, es el alma llena de todo lo que necesita una persona”.

Actualmente, Verónica está perfectamente de salud. Todas las semanas llega al Centro Clínico de Cáncer o como ella dice “llego a mi hogar, a mi familia”;  recorre con su alegría y contando su experiencia y anécdotas a las personas que están en tratamiento. “Las personas te ven cómo estás, que también tuviste cáncer…, la Unidad Psicooncológica los ayuda a proyectarse. No me imagino este grupo sin esta unidad. Son fantásticos”. 

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